Este emplazamiento otorga al nativo el maravilloso don del amor universal.
El gran problema es que muchos nativos no llegan a expresar ni una mínima parte de este sentimiento porque, al encerrarse en su mundo interno, se niegan a sí mismos la posibilidad de dar.
Ninguna generosidad es posible si uno actúa guiado por el miedo.
El nativo Luna en Piscis temeroso suele colocarse en la posición de victima: como él nunca toma un partido claro, se encuentra a merced de los demás y, por lo tanto, culpa a los demás de sus padecimientos.
La tarea de Luna en Piscis es similar a la del poeta: traducir a los demás sus sentimientos.
Hay muchas formas de realizar esto, el lenguaje escrito no es más que un camino posible.
El mundo de la mística, la composición musical y cualquier actividad en la que algo de aquel sentimiento de amor universal pueda ser concretamente manifestado, constituyen otros posibles caminos.
Cuando el nativo Luna en Piscis trasciende el miedo a la desilusión de sus fantasías, no hay otro emplazamiento que otorgue una tan elevada capacidad de dar amor y cuidado a todos los seres que sufren.
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