¿Esta usted predestinado a engañar o a ser engañado?
Llevó muchos años comprender que la infidelidad era el karma de mi vida. Tal vez porque desde joven acusé a las mujeres que estuvieron a mi lado de abandonarme o engañarme.
Sin embargo, hoy reconozco que mis celos enfermizos, muchas veces, empujaron a quienes más amaba a los brazos de otro, porque, de tanto temerle a la traición, fui yo mismo quien terminó creando el terreno fértil para que germinase. Cuando era pequeño, una vez escuché una conversación entre mi madre y mi tía. Mamá lloraba y le confesaba que estaba enamorada de un hombre que no era mi padre.
Días después, mamá se fue para siempre y, desde entonces, nunca más logré confiar en una mujer. Desde entonces, lo que siempre me pregunto es: ¿Qué lleva a una persona a engañar a otra?, ¿por qué quienes son traicionados, muchas veces, no se dan cuenta? ¿puede hacerse algo por evitar esto?
Este testimonio de un lector de hechizos.us llamado Pablo expone muchas de las preguntas que se formula quien ha sufrido una herida en su fe a causa de una traición. El miedo a la infidelidad es uno de los temores que asaltan al ser humano con mayor frecuencia, constituyendo una verdadera prueba de fuego para las parejas: destruye aquellas en las que falta el amor y consolida las demás.
El orgullo y el miedo a perder la relación matrimonial, el estatus o el quedar mal ante nuestro entorno social provocan reacciones inesperadas ante este hecho. Así, solemos tomar decisiones basadas en la desesperación y el deseo de venganza sin detenemos a reflexionar sobre las causas.
Detrás de toda persona que engaña, se esconde una sensación de inseguridad, de miedo. Y, detrás de todo el que es engañado, hay sentimientos de culpa y de masoquismo. La infidelidad suele darse en las relaciones desiguales, en las que uno interpreta el papel de víctima y el otro hace de verdugo. Sin embargo, estos roles también pueden invertirse y, de hecho, es lo que suele ocurrir.
Quizá, sólo después de haber representado los dos papeles, de haber ocupado los dos lugares, de haber experimentado el dolor de la culpa y el miedo, podremos pasar a la siguiente fase en la que estaremos preparados para establecer relaciones en las que primen el amor y el respeto.
Lo que ocurre es que, a veces, estas lecciones tardan en aprenderse; en ocasiones, es suficiente una vida pero, en otras, hacen falta varias encarnaciones de alma para aprender la lección.
¿Qué dice la Astrología?
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