Planeta Dominante: Marte
Marte ofrece al hombre Aries una buena parte de los atributos que contribuyen a su éxito mundano y satisfacción personal, pero al mismo tiempo le purifica en el ardiente crisol de sus propias emociones.
Le dota de la capacidad intelectual necesaria para planificar y desarrollar una amplia variedad de actividades comerciales, y le presta la iniciativa, ambición, energía y determinación para poder llevarla a buen puerto, alcanzando de ese modo sus propias metas y ayudando a los que con él se relacionan. Su funcionamiento óptimo es en las tareas de dirección, dejando a los demás los mecanismos y detalles de los proyectos.
Como complemento a estas cualidades, posee también las del optimismo, el sentido del humor y la generosidad. Para él la vida es un constante desafío, concepto que aplica tanto a los abantos de negocios como a los del corazón.
El hombre Aries tiende a mirar hacia el futuro desde su primera juventud, sabiendo exactamente lo que desea en la vida, pero sin estar completamente seguro de cómo conseguirlo.
Pocas personas jóvenes se aplican a algo tan pronto y con tanta diligencia y celo. Su seriedad resulta evidente incluso en su elección de compañía femenina.
Mientras que la mayoría de los hombres jóvenes se sienten inicialmente atraídos sólo por mujeres excitantes y seductoras, el hombre Aries, aunque dotado de fuertes sentimientos libidinosos y soliendo elegir una muchacha con notable sex-appeal, se siente también atraído por sus tímidas miradas de aprobación. Ella debe admirarle y creer implícitamente en su valía y ambiciones.
A menos que comprenda su vulnerabilidad y su incesante necesidad de ver esa adoración reflejada en sus ojos, la mujer no podrá esperar ser capaz de retener su atención durante mucho tiempo.
Como es sumamente variable en sus estados de ánimo afectivos, exigente, posesivo y celoso, se exige de ella una flexibilidad mucho mayor que la que suele haber alcanzado la mujer joven media.

Esto significa que, por lo general, antes de pretender seriamente a una chica, tendrá un determinado número de «romances» y de contactos fortuitos con otras.
De hecho, su volubilidad procede de los estados de ánimo propios de su signo, y cuando el ritmo de sus emociones se encuentre en un deprimente reflujo, puede malinterpretar cualquier palabra o acción inconsciente de otro como una amenaza a su orgullo, y sentirse profundamente herido, lo que expresará a través de una «frialdad» en sus maneras no siempre correctamente comprendida.
Esto contribuye quizá a explicar por qué el hombre Aries suele contraer matrimonio a una edad más avanzada que otros hombres; y aunque antes de hacerlo pueda haber coqueteado con muchas mujeres y vivido aventuras amorosas sin excesiva trascendencia, una vez casado sus normas de conducta se hacen normalmente mucho más estrictas, y no se permitirá la promiscuidad propia ni la tolerará en su compañera.
Incluso desde el primer momento, su vocación está siempre antes de todo lo demás y los temas amorosos ocupan sólo una pequeña parte de su tiempo.
Estudiará a fondo cualquier alianza seria, ya que, exactamente igual que planifica cómo va a ser su carrera, ve de antemano el tipo de vida hogareña que desea.
Una vez orientado en un campo que le prometa unos continuos avances progresivos, sus sueños eróticos se concretan y busca una compañera que «complete el cuadro» del tipo de vida que se ha trazado en correlación con su propia imagen.
Aunque, debido a que siente una fuerte atracción por ellas, puede experimentar la tentación de unirse a una mujer de carácter extravagante, normalmente elige un tipo de mujer conservadora en sus maneras, apariencia y forma de arreglarse.
Evidentemente, debe estar libre de reproches en lo que se refiere a otros hombres. Su orgullo así lo exige, y aunque anteriormente puede haber gozado el desafío de cortejar a una muchacha atractiva y sexy y de habérsela arrebatado a otro pretendiente, no puede soportar ya la indignidad de tales empresas, pues considera que su probada valía elimina la necesidad de tales procedimientos.
Tampoco le agrada la idea de la frivolidad en una esposa. La necesidad de ser él quien lleve la iniciativa se halla siempre en primer término, y cualquier mujer que le persiga sólo podrá esperar una grave decepción o, en el mejor de los casos, una breve respuesta.
Aunque el hombre Aries puede fijarse en cualquier rasgo atractivo de las otras mujeres, cuando busca esposa lo único que provoca en él es una momentánea sensación de nostalgia.
Busca una mujer con sus mismos gustos e intereses meticulosos, que sea tranquila y de buen carácter, animosa, físicamente deseable, y cuyos logros personales y distintas habilidades puedan hacerle sentirse orgulloso de ella.
Puede incluso superarle en algún terreno concreto, y su generosa reacción ante este hecho será auténticamente complacida, ya que, al considerarla como una proyección de sí mismo, su éxito es también el de él.
Aunque espera de ella que desempeñe un papel subordinado en sus actividades de negocios y financieras, le agradará cualquier talento que pueda mostrar, siempre que no se entrometa en sus relaciones.
La mujer deberá conocerle a fondo para poder interpretar correctamente sus estados de ánimo. (Marte lo eleva mucho en ocasiones, pero también invierte rápidamente esta situación.)
Esto hace que parezca emocionalmente inestable, espontáneamente cálido y cariñoso en unos momentos y desconcertantemente indiferente en otros, tendencia de la que él mismo suele no ser consciente. Por tanto, la mujer que le ame deberá abstenerse de enjuiciarle precipitadamente para conservar su propio equilibrio.
Si se dedica a galantear a otras mujeres, quizá se deba únicamente a una profunda decepción.
Si su compañera no consigue ponerse a la altura que él espera, puede recurrir a buscarse otra; si obstáculos insuperables le han impedido alcanzar lo que ambiciona, puede permitir que la tentación supere a sus escrúpulos y dejarse arrastrar a aventuras triviales y sin sentido. (Pero aun éstas trastornarán su paz mental y su profundo sentido de la lealtad o fidelidad.)
Rara vez se entregará a una aventura extramarital realmente seria. El espíritu inquieto y aventurero que tan bien le sirvió en los años en los que la caza era tan importante como los trofeos cobrados ha quedado enterrado bajo numerosas capas de costumbres graves y ponderadas.
Si, en sus atormentados sueños, una hermosa muchacha le ofrece unos labios cálidos y suaves, y quizá incluso otros atractivos más seductores, un profundo suspiro puede expresar un momentáneo arrepentimiento por su cauta forma de actuar; pero una vez recobrada su plena consciencia, reprimirá sin contemplaciones el contenido de su enseñamiento.
El hombre Aries afortunado es aquel que encuentra a la Diosa del Amor soñada en la mujer que constituye, además, su imagen de la esposa ideal. Dado que es extremadamente perceptivo, lo consigue con gran frecuencia.
Pablo says
Excelente descripción.